En el año 1924 surge como
rechazo al cine comercial la creación de cineclubes por parte de artistas
provenientes de diversas disciplinas, donde buscaban experimentar con el
cinematógrafo instaurando nuevas características, propias de cada uno de las
artes que practicaban. Presentado una propuesta totalmente innovadora, que se
olvidaba de las grandes y complejas tramas; el cine que estos artistas
promovieron era aquel en el cual la importancia era totalmente pictórica,
aquella que surgía de las posibilidades de composición que producía el manejo
de la luz. Serían en estas reuniones y en sus productos donde surgiría el
término de documental pictórico.
Influenciado e identificado
con este movimiento, Joris Ivens perteneciente al cineclub de Ámsterdam
(Filmliga) realiza sus trabajos cinematográficos atendiendo a una preocupación
por la relación de las formas y un especial detenimiento y cuidado en el
trabajo de observación de las dinámicas cambiantes de la ciudad. Hijo además de
un fotógrafo recibiría desde muy pequeño la formación y el gusto por la
fotografía y la estética de las imágenes.
Inspirado también por la
obra de Walter Ruttman, en especial por su documental Berlín, sinfonía de una ciudad donde el manejo del ritmo dentro de
las dinámicas de la ciudad cobra relevancia de manera evidente, Ivens se
encamina a realizar su obra sobre el puente ferroviario levadizo de Rotterdam (De Brug, 1928), donde las relaciones
entre los movimientos de un barco, de un tren y del propio puente resultan en
una composición donde el ritmo prevalece, dado por los diferentes tipos de
ángulos y duración de los planos, revelando además una preocupación por el
montaje y la relación entre los planos por parte de Ivens.
Es precisamente a través de
la captura desde varios ángulos, prestando gran atención a su composición, que
logra una representación total del lugar. Permitiéndole así jugar con la
descomposición y recomposición de los elementos que presentan, de una manera
rítmica. Como un retrato estructural, el puente se convierte en el protagonista
del documental con su magnificencia, restándole importancia a la presencia
humana. Aquella importancia que se le da al movimiento es la que convierte a
objetos inanimados en personajes con vida.
Ivens basaba su trabajo en una
profunda y extensa observación, en la que descubría belleza en pequeñas cosas,
movimientos y relaciones entre objetos. Entonces tras la realización de su documental De Brug, al año siguiente presenta el más importante de su obra, Regen (1929) que lo realizaría con la
colaboración del escritor Mannus Franken.
La innovación en este
documental no surge simplemente de la experimentación artística del director
con la técnica. Aunque no sea su principal intención, la relación que surge
entre los planos y el orden en el que se presenta plantean al espectador una búsqueda
de sentido, podría pensarse que aunque inscrito en aquel movimiento que rechaza
las tramas imbricadas no niega del todo la necesidad de narrar, de desarrollar
un hecho, de generar un discurso.
Superficialmente el
documental retrata la caída de la lluvia sobre Amsterdam, pero la exploración
que hace Ivens sobre los ángulos de cámara, la composición, la minuciosa
escogencia de la escena retratada en cada plano van más allá. Los dos primeros
planos se hacen sobre la superficie del agua presentando al personaje principal
y enseguida se muestran planos generales de la ciudad en normal funcionamiento,
a manera de contexto. La presentación de un plano contrapicado de un árbol en
el que sus hojas se mueven por el viento, seguido del vuelo de un conjunto de
pájaros permiten al espectador por asociación generar una lectura, claramente
se trata de la lluvia que se avecina, un personaje que se manifiesta e irrumpe
en un espacio.
Siguiendo la línea de dar
vida a seres inanimados, los planos en que se muestra la lluvia caer contra los
objetos, correr por las calles, las canales, ver a las personas huir de ella
generan cierta melancolía. La relación entre todos estos planos genera una
poesía donde el punto de vista le pertenece al personaje principal, a la
lluvia. El rechazo que le impone la ciudad relega a la lluvia a correr por el
suelo, ese lugar donde se halla lo despreciable, a pesar de la furia con la que
ha intentado imponerse termina por rendirse y ocupar el lugar que le han
impuesto a ella.
Ivens transforma entonces el
concepto de documental como retrato de la
cotidianeidad. La lluvia, un evento momentáneo y pasajero se presenta en
la ciudad como algo que irrumpe en su normal funcionamiento, por lo tanto sale
de la cotidianeidad de la ciudad, una molestia evidente en la evasión y rechazo
que produce esta entre los habitantes.
El amplio cubrimiento del
recorrido que realiza este personaje (la lluvia) denota un arduo trabajo,
evidentemente no se trató únicamente de colocar una cámara y dejar a la deriva
el resultado. No, Ivens tuvo un proceso de 4 meses de contemplación que le
permitió entender la lluvia y así mismo escoger la forma en que sería
retratada, con la que se reflejara y se narrara el conflicto de este personaje.
Dando como resultado imágenes de gran riqueza visual que individualmente y en
su conjunto logran un discurso poético sobre el papel de la lluvia.
Regen,
que surge como respuesta a la necesidad de realizar un cine no comercial toma
claramente el cuidado por la estética y la forma como principal medio,
proveniente del trabajo de Ivens como fotógrafo y lo refuerza con el montaje en
el que un plano se asocia con el anterior y el siguiente por medio de la misma
acción, creando de manera global una secuencia casi que casual. Una estructura
muy narrativa en donde existe un inicio, el viento anuncia el acercamiento de
la lluvia; un nudo, la lluvia se precipita con gran furia sobre la ciudad
intentando generar contacto con el humano; un desenlace, finalmente la lluvia
acaba rechazada y relegada al suelo y el cielo nuevamente se abre para permitir
que la ciudad continúe en su cotidianeidad.
Dejando de lado los
elementos narrativos que podrían hallarse dentro del documental, se sabe que su
principal intención fue incluir la importancia que otras artes le daban a la
estética de la imagen al cine, claramente no fueron los pioneros en esta tarea
pero según Barnouw sería el más representativo del género del documental
pictórico.
Lastimosamente, este género
no alcanzaría un largo tiempo de auge pues este se dio cercano a una época de
transición. El cine sonoro se apoderaba de la atención y con él el poder de la
palabra, la importancia de la película ya no se situaba en su belleza visual si
no en el discurso directo y explícito que proporcionaba la palabra, pasando a
convertirse en ese momento en un instrumento de lucha.
El comentario hace un análisis detallado de la obra de Ivens, en términos formales faltó citas bibliograficas
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