El hombre de la cámara

El hombre de la cámara
Fotograma del filme de Dziga Vertov, El hombre de la cámara (1929)

sábado, 23 de mayo de 2015

Un colleage sobre 1973, de Antonino isordia





 Andres Felipe Angel

 2508507

Tomando como punto de partida el haber nacido en el año de 1973, en una ciudad de México devastada socialmente, el documentalista Antonino Isordia, toma la historia de tres personajes con tantos puntos en común como características heterogéneas; Rodolfo, María Fernanda y Alejandro; un estudiante rebelde, una suicida y un parricida; o como podría catalogarlos Foucault: tres anormales; tres monstruos.
En el inicio del film, Isordia nos presenta a los personajes con las marcaciones del claquetista, alternando imágenes en un blanco y negro altamente contrastado, inconexa y con cortes rápidos y notorios. Corte, corte, corte y corte a: el primer título acompañado de los acordes tristes de una guitarra. Y vamos al primer dato que nos revela: el nombre del primer personaje. A medida que se nos presenta el discurso del primer personaje el montaje de imágenes en distintos formatos y velocidades nos revela que no es solo un documental sobre él. Las imágenes de la ciudad en movimiento, de una puesta de sol, de ciudadanos peligrosos, montadas matemáticamente al ritmo de su relato nos revelan que es una historia sobre un grupo más grande, toda una generación, quizás toda una ciudad. Entonces vienen los relatos paralelos de sus familiares que construyen al personaje con varios puntos de vista que se conectan entre si y son ejemplificados por material de archivo que nos lleva al pasado y que solidifica su condición primero como persona del común. Es curioso ver en el documental el uso de puntuaciones poco convencionales como lo que podríamos denominar un paréntesis. Por ejemplo, mientras su padre comenta lo duro de la situación en un aquel entonces, una secuencia de planos a velocidad acelerada muestran una caja registradora, mucha gente en un supermercado y patas de pollo empaquetadas, para luego volver a los personajes.
Tras hacer un breve recorrido por varias partes irrelevantes de su vida con el acelerado ritmo que da el relato del personaje llegamos al primer respiro; su primer gran decepción. La música de piano empieza y acompaña una secuencia de imágenes que ejemplifican el viaje triste del personaje regresando al lugar de donde escapan los que salen adelante, imágenes muy recursivas dado que no pertenecen al momento, pero que gracias a la expresión constante de los pasajeros tristes y aburridos, dan a entender lo que debía significar, una vez mas no para el individuo sino para el grupo. De manera similar se construye toda la primera parte de la película, cuyo montaje constituye la parte más importante, siendo por medio de este que la historia se cuenta a un ritmo determinado, haciendo las pausas necesarias y las acotaciones y ramificaciones que generan la empatía con el personaje.
Pasa lo mismo con la siguiente parte; el personaje número dos. Se mantiene la estética contrastada y frívola de la primera parte y se mantendrá durante la tercera. Los personajes poco a poco construyen con su relato su carácter. Con cada acción del pasado se puede agregar una ficha más a lo que nosotros como espectadores definiremos como lo que son y lo que justificara lo que hacen. El montaje paralelo de los relatos alternos de familiares aquí también tiene lugar y cuentan las anécdotas desde todos los puntos de vista. Unos hablan con lágrimas y otros con rencor, todos crean la ambigüedad sobre lo que estuvo bien o lo que pudo haber estado mejor.
Es en la tercera parte en la que llega el primer punto de inflexión. A pesar de estar estructurado de manera similar, el espectador se da cuenta cual es el juego del realizador. Alejandro, nos cuenta su historia haciendo que todos se compadezcan de la falta de cariño por parte de sus padres, a causa de los nuevos integrantes de su familia. Vemos a una mujer mayor decir una serie de cosas ambiguas que sirven como soporte para sustentar la historia de Alejandro. Entonces se piensa que Alejandro es la víctima y sus padres dos seres insensibles, pero he aquí cuando se nos revela al tercer monstruo. Alejandro confiesa que ha mentido y retoma el relato, a la par que el relato de la mujer empieza a tener forma. Entonces nos enteramos de que ella es su tía testigo del parricidio que cometió este tercer personaje, entonces se pone en duda la moral de este y la información de toda la película, pues es aquí cuando nos enteramos que su discurso esta cuidadosamente pensado para con la información crear ideas, derribarlas, deformarlas, jugar con ellas hasta al final dar por completo la historia. Prueba de esto es la conclusión de cada una de las historias en las que se revelan cosas que los valores de cuadro no nos contaban o la organización de los relatos nos escondía. María Fernanda estaba en una silla de ruedas producto de su intento de suicidio y Rodolfo y  Alejandro daban su relato desde la cárcel.
Se podría concluir que esta es una película relevante por el uso de la técnica en cohesión con el uso de la narrativa, siendo estas dos complementarias y totalmente expresivas. Son el blanco y negro contrastado, el montaje rápido y paralelo de materiales en distintos formatos y las alteraciones de velocidades lo que dan a la película un carácter frívolo, expresivo y fresco, acorde a la temática tratada. Son las puntuaciones de paréntesis o las pausas melancólicas y la estética de collage lo que llevan al espectador por una narración dinámica que expresan la ambigüedad de cada uno de los temas puestos en tela de juicio. Son el titulo y las imágenes de ciudad de México lo que la convierten en una obra no de personajes sino un tanto más universal. Y es en general en el cómo se maneja la información, que se crea el punto de interés para lograr sostener durante este tiempo lo que constituía la historia. Son en conjunto estos elementos lo que hacen de esta película una obra valiosa e intrigante.

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