El hombre de la cámara

El hombre de la cámara
Fotograma del filme de Dziga Vertov, El hombre de la cámara (1929)

miércoles, 27 de mayo de 2015

ALAIN RESNAIS: ENTRE LA MEMORIA Y EL OLVIDO

Alain Resnais fue un director francés con una gran filmografía que se extiende a lo largo de seis décadas.  Incursionó como realizador en los años cuarenta del siglo XX realizando algunos cortometrajes por encargo y en poco tiempo empezó a adquirir cierto renombre y empezó a realizar largometrajes de ficción. Desde sus primeros cortometrajes demostró un gran interés por dos temas que lo obsesionarían durante toda su vida: la memoria y la conciencia. Un documental en el que se exponen claramente estos temas es el cortometraje de 1955 Nuit et Bruillard, en el que Resnais expone las atrocidades cometidas en los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque este fue un trabajo temprano del director su valor para la historia del cine es indiscutible y es probablemente su obra más celebrada; ha sido reconocida en numerosos festivales de gran prestigio es considerada en reconocidas listas como uno de los mejores documentales de la historia del cine.
Cuando el productor Anatole Dauman le ofreció a Resnais la dirección del documental, éste se mostró reacio porque consideraba que no podía hablar sobre los campos de concentración sin haber sido una víctima directa de uno; fue necesario que se involucrara el poeta Jean Cayrol (quien había estado en un campo de concentración) para que Resnais se vinculara con el proyecto. Esto habla sobre el compromiso moral de Resnais con el tema que trata el documental y permite intuir la gran sensibilidad y humanidad con la que el director francés presentará los tópicos en el cortometraje.
Antes de explorar los elementos estéticos de los que se vale Resnais para la construcción del documental, es importante comprender el contexto histórico en el que surge el proyecto. Nos encontramos en Europa tras una década desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Tras la derrota del eje en el año 1945, Europa se encuentra sumida en una gran pobreza: las ciudades han sido destruidas, las pérdidas humanas han sido inmensas y la moral del pueblo se encuentra por los suelos. Ante un evento tan trágico como la guerra, Europa y el mundo intentan identificar un culpable y lo encuentran en la Alemania nazi. A través de una serie de juicios llevados a cabo en la ciudad Alemana de Núremberg, se condena a los líderes del partido nazi por los crímenes cometidos contra la humanidad. E único país que obtuvo beneficios de la guerra fue Estados Unidos, pues la guerra no fue combatida en su territorio y por lo tanto no tuvo que enfrentar problemas como la reconstrucción de sus ciudades o las enormes pérdidas humanas. Con esta condición privilegiada respecto al panorama global, el gobierno de Estados Unidos crea y pone en operación en 1948 el Plan Marshall. Éste plan tenía como objetivo darle enormes subsidios económicos a Europa para permitirle progresar económicamente y reconstruir las ciudades y las economías nacionales. El plan fue un gran éxito, ya que en los cuatro años que estuvo en operación, permitió la total recuperación económica de Europa y la definitiva superación de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. En Francia también se llevó a cabo una exitosa reconstrucción económica, aunque tuvo que lidiar con dificultades en el ámbito político. Francia reconoció la independencia de Argelia y de la Indochina Francesa en los años cincuentas. Estos procesos de descolonización no fueron pacíficos y la opinión pública atacó fuertemente las técnicas empleadas por el ejército francés, condenando el uso recurrente de la tortura.
Es en este panorama que surge Nuit et Brouillard. Cuando parece que la Segunda Guerra Mundial ha sido superada aparece este documental denunciando las atrocidades perpetuadas por los nazis una década atrás. Es completamente justificado que surja este trabajo cuando parece que la guerra ha sido superada porque es precisamente la superación de la guerra a lo que se opone este documental; Resnais no puede aceptar que un evento tan trágico como el holocausto pase al olvido colectivo y pretende darle voz a las víctimas y recordarle a toda la raza humana su potencial destructivo no solo para honrar a las víctimas, sino para denunciar que este tipo de atrocidades no son propias de un lugar o de un tiempo, sino que el mal es intrínseco al ser humano y que recordar el pasado es el único modo para evitar repetirlo.
Para lograr generar estas reflexiones en el espectador, Resnais emplea una serie de estrategias y recursos estéticos innovadores en el género documental. El recurso predominante en el documental es el material de archivo; es evidente que para la realización de la obra fue necesario un trabajo riguroso de investigación y de recopilación de fuentes visuales. Se recurre a la foto fija, a escenas de documentales anteriores (empleando incluso imágenes de documentales de propaganda nazi) y a material grabado por los nazis y por los aliados en los campos de concentración (estos documentos visuales habían sido empleados en los Juicios de Núremberg como evidencia contra los nazis). Adicionalmente al material de archivo, Resnais filma los campos de concentración diez años después de la caída del régimen nazi; se evidencia en este material original filmado para el documental el deterioro y el estado de olvido en el que se encuentran estos lugares que fueron testigos una década atrás de los crímenes más inhumanos. A través de la yuxtaposición del material de archivo en blanco y negro con las imágenes a color de los campos de concentración abandonados se ponen en evidencia tanto los crímenes cometidos en los campos como la facilidad de toda la especie humana para olvidar estos eventos. Para evitar que el holocausto sea olvidado Resnais decide recurrir a imágenes de archivo muy violentas en las que se muestra el trato inhumano dado a las personas en los campos de exterminio; hay imágenes de personas decapitadas y de pilas de cadáveres siendo echadas a grandes fosas con buldóceres.
Además de estos recursos visuales, Resnais refuerza las intenciones del cortometraje con dos elementos auditivos fundamentales: la presencia de un narrador y la música. La música ligera y tranquila contrasta con las imágenes violentas y crudas, evidenciando la dualidad de la sociedad alemana durante el nazismo, pues mientras se perpetuaba un genocidio en los campos, la población general de la nación no se pronunciaba respecto a esta situación e intentaba invisibilizarla. La narración (escrita por el poeta Jean Cayrol) reflexiona sobre la construcción y modus operandi de los campos de exterminio y la facilidad humana para hacer el mal; explicita además la crítica de los realizadores a la facilidad para olvidar del pueblo de posguerra:
“El crematorio ya no se usa. Las astucias nazis han pasado de moda. Nueve millones de muertos acechan este paisaje... ¿quién de nosotros vigila desde este extraño observatorio para advertirnos de la llegada de nuevos verdugos? ¿Tienen realmente una cara distinta a la nuestra? En alguna parte, entre nosotros, hay kapos afortunados, jefes recuperados, delatores desconocidos. Hay todos aquellos que no lo creían, o solamente de vez en cuando. Y estamos nosotros, que miramos sinceramente estas ruinas como si el viejo monstruo concentracionario estuviera muerto bajo los escombros; nosotros, que fingimos recuperar la esperanza ante esta imagen que se aleja, como si se curara a un solo tiempo y a una sola nación, y que no pensamos en mirar a nuestro alrededor y oír ese grito que no calla.”
Noche y Niebla, 1955.

El empleo de material de archivo, música o la presencia de un narrador no es lo que hace de este un trabajo pionero en el género documental; todos estos recursos se habían empleado en documentales anteriores, pero la forma en que Resnais y sus colaboradores articulan estas piezas es donde radica la fuerza, vigencia e innovación de Noche y Niebla. Con esta obra se le da un nuevo alcance al género documental: ya no se limita a exponer un punto de vista o mostrar una realidad, ahora tiene el potencial de promover reflexiones y discusiones sobre los temas más diversos y profundos. Ningún documental anterior había involucrado y afectado a la audiencia con tanta intensidad; ahora el público es invitado e incluso obligado a indagar sobre su propia naturaleza y sobre la condición humana. Quizás es con esta obra que el género alcanza su completa madurez y potencial.

2 comentarios:

  1. Un escrito con una estructura coherente, analiza varios puntos claves del contexto de Noche y Niebla, lo histórico, socio-político y reflexiona sobre su importancia en la historia del género documental. Sin embargo presenta una especie de superficialidad, que se limita al mero formalismo, distante, sin referentes empiricos, ascéptico.
    En terminos formales faltaron referencias bibliográficas

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  2. Análisis bien hecho y que invita a ver el documental

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