La cultura occidental se caracteriza por la absorbencia de otras culturas
circundantes. Las engullimos muchas veces de manera no premeditada. Un dispar
intercambio cultural: Ellos terminan ya sea integrándose en nuestra sociedad o
adoptando formas nuestras, y nosotros guardamos registros antropológicos de lo
que solían ser antes de entablar contacto.
Como si se tratase de un fenómeno de la física cuántica, en el momento en que
queremos observarlos, desaparecen. No de una manera abrupta como el gato de
Schrödinger, medio vivo y medio muerto dentro de la caja y fuera del alcance de
nuestra vista, cuya situación se concreta solo al instante de abrir la misma y
observar al animal. Sino de manera gradual, dejándonos solo un ligero esbozo de lo
que eran hasta relacionarse con nosotros.
Lo anterior no es más que el reflejo de la consecuencia del estudio de un objeto que
hace parte de nuestro mismo género, la humanidad. Indudablemente nuestra
interacción con las demás personas no es igual a nuestra relación con otras formas
de vida y demás fenómenos naturales. Somos más propensos a modificarnos entre
iguales.
En su libro El documental - Historia y Estilo, Eric Barnouw nos narra como el
explorador Robert Flaherty se convierte en uno de los primeros documentalistas de
la historia, tras sentir la necesidad de dar un orden a aquellas imágenes que filmaba
en sus viajes. Rueda entonces entre 1920 y 1921 su película Nanook, donde nos
muestra la vida de un jefe esquimal y la de su tribu. Un documental con claro tema
antropológico. Pretende reflejar un modo de vida diferente, basado en una
concepción invertida del propio concepto del “hombre civilizado”. Mediante la
imagen del “hombre primitivo”.
En la mitología de los Itivimuit (La tribu de Nanook), el Nanook era un oso polar
sobrenatural que reinaba sobre los demás de su especie, y que juzgaba si los
cazadores eran dignos de que sus cacerías fuesen exitosas o si merecían algún
castigo por sus actos. En su obra, Flaherty otorga este imponente nombre y el papel
titular en la historia al líder de la tribu. Con este bautismo se le atribuye un aspecto
heróico, el primero de los síntomas narrativos en la obra. Podemos observar
también en este film como está constante la acción. Nunca hay pausas reflexivas
sino una serie de hechos que respetan un orden cronológico. Dentro de estas
acciones encontramos a su vez, secuencias de suspenso (La caza del pez),
cómicas (Nanook mordiendo los discos de vinilo) y momentos dramáticos (Los lobos
de la tribu enseñando los dientes y peleándose por un trozo de carne). Todo esto
minuciosamente dispuesto de manera en que la obra tuviese un leve esbozo de la
estructura de ficción que le aportara un cuerpo rítmico.
Pero aquel elemento relativo a la ficción más importante en Nanook, es que era la
recreación de las costumbres y modo de vida interpretada por una tribu hermana de
los originales Itivimuit, quienes se extinguieron antes de entablar relaciones con el
hombre blanco. A diferencia de los Tasaday de Filipinas y la tribu de los Itivimuit, los
esquimales que conoció Flaherty, ya habían tenido comunicación con occidente
desde hace mucho. Varios de los hechos mostrados en la película eran en realidad
parte del antiguo modus vivendi esquimal. Desde su interacción con la cultura
occidental, los esquimales ya no cazaban con arpones, como en la célebre escena
de la morsa, sino con armas de fuego. Flaherty lo sabía perfectamente, su intención
no era mostrar a los esquimales con escopetas y demás parafernalia occidental, él
quería mostrar a los esquimales originales. Fue esto mismo lo que generó tal éxito a
su documental, el hecho de que saciaba aquella sed de los espectadores de ver una
cultura distinta y primitiva en plena pugna contra la naturaleza, en plena naturalidad.
Naturalidad entendida como la no influencia del mundo occidental. Pero para lograr
esta naturalidad, el realizador sacrifica el ahora estado natural de los esquimales,
para mostrarnos su estado natural anterior.
La materia prima del cine es lo real. Lo real bajo la acepción de la dimensión externa
a la experiencia, lo inalterable, en oposición al concepto de la realidad, basada en la
percepción sensorial individual. Según esto, el autor en el cine capta una porción de
lo real y le da una forma determinada, de acuerdo a su realidad, ya sea mediante
tiros de cámara, iluminación, montaje y todos aquellos aspectos en los que tenemos
licencia. En el género de la ficción este poder de decisión sobre esos detalles es
empleado para la creación de diégesis esféricas, pequeños universos con una serie
de lógicas internas, basados en el nuestro. Tierra fértil para las historias, las cuales
requieren de un mundo estructurado en el cual desarrollarse, en este caso, con un
cuerpo audiovisual. Por su parte, el documental procura dejar a un lado esta
facultad de manipular las condiciones para crear un universo, para así conservar el
objeto documentado intacto en su estado real, y con esto procurar retratarlo de la
manera más prístina posible. Así pues, el documental no pretende crear un
universo, sino captar el nuestro. A pesar de lo anterior en el documental siguen
habiendo decisiones estéticas a tomar. El realizador no filma su objeto desde todos
los ángulos posibles y no nos muestra todo el tiempo en el que estuvo haciéndolo.
El realizador decide que grabar, desde dónde hacerlo y que preguntar. Se traza
entonces un objetivo, se focaliza en una idea puntual a trasmitir respecto a su objeto
documentado. El documentalista forja un discurso a partir de su punto de vista.
De esta manera vemos en Nanook, la intención de Flaherty no de mostrar lo Real
respecto a los esquimales, sino la Realidad generada por ellos a él. No falsa, sino
subjetiva. Aquella línea que divide los universos creados de la ficción y el mundo
retratado “tal como es” del documental, es una línea invisible.
Filmografía
• Nanook el Esquimal. Robert Flaherty. 1922
Bibliografía
• El documental - Historia y Estilo, Barnouw Eric. Gedisa, 1996
• Cultura y Simulacro, Baudrillard Jean. Kairós, 1978
Revisado
ResponderBorrar