El hombre de la cámara

El hombre de la cámara
Fotograma del filme de Dziga Vertov, El hombre de la cámara (1929)

miércoles, 24 de junio de 2015

SOBRE EL PAPEL DE LA VANGUARDIA EN LA HISTORIA DEL CINE DOCUMENTAL I
Por Danilo Hernández

El documental no nace con los Lumiere

Se dice que el cine nació la noche del 28 de Diciembre de 1895 en París a partir de la presentación del cinematógrafo por parte de Louis Lumière, quien dio esa noche una proyección pública de los filmes logrados con su cámara tomavistas, que también servía de laboratorio de revelado y proyector. Los meses posteriores a esa proyección demostraron las capacidades y posibilidades del cine naciente: por un lado la posibilidad de registrar y presentar el mundo y su realidad encabezada por los hermanos Auguste y Louis Lumière, y por el otro la capacidad de contar historias de la mano de Georges Meliès. Tales posibilidades claramente se inscriben en los dos grandes campos que se le atribuyen al cine en la actualidad, el cine documental y el cine de ficción, respectivamente, pero de fondo plantean la siguiente pregunta: ¿En realidad el cine documental nace con los Lumière así como la ficción nace con Meliès?
Para empezar a dar luces sobre el asunto, es necesario decir que ese cine que nació en París esa fría noche de invierno de 1895 fue la culminación de una carrera de inventos que inició con el principio ilusorio del taumátropo alrededor del año 1825 que hacía uso de la teoría de la persistencia retiniana, y que pasando por inventos como el praxinoscopio, el estroboscopio, el fusil fotográfico y por esos mismos años con el quinetoscopio de Edison, terminó con el invento del cinematógrafo de Louis Lumière,- y no de los hermanos como se cree algunas veces-,[i] invento que como todos sus predecesores fue una atracción de circo, y según su propio inventor no le auguraba mucho futuro.
A pesar de ello, esos primeros meses del cinematógrafo significaron tanto prestigio y fortuna para Lumière que entonces lo presentó en varios países en todos los continentes y luego reclutó a varios operadores de cámara para que viajaran a todas las partes del mundo y capturaran imágenes de dichos lugares así como eventos importantes y luego hicieran proyecciones de las mismas para mostrar los beneficios del invento y poder comercializar unidades del cinematógrafo. Tal actitud demuestra que el interés principal de los Lumière no fue realizar películas sino comercializar su invento, como se confirmaría a finales del año 1897 al dedicar la compañía solo a la fabricación y comercialización de su invento y suministros, sin embargo, fue así como nacieron las llamadas actualidades (del francés actualitès), películas que usaban imágenes de eventos o hechos reales y que eran proyectadas una tras otra  en una línea de tiempo sin ningún tipo de trama o argumento, películas que muchos señalan como un nacimiento temprano del cine documental, pero es claro que esas películas solo eran una demostración de un truco de circo por no decir otra cosa.
Esa fue precisamente la razón por la cual George Meliès se interesó en el invento del cinematógrafo, ya que él era un prestidigitador adinerado y vio en el cinematógrafo la oportunidad de poder filmar sus números de ilusión, acto seguido compró un cinematógrafo y empezó a realizar copias de las afamadas películas de Lumière como El regador regado (L’Arroseur Arrosée). Si bien sus primeras películas fueron malísimas, todo ello cambió cuando adquirió el libro Magic de Evans, el cual contenía toda la tradición del espiritismo y el ilusionismo los cuales usaban diversos trucos con luces y espejos dentro de sus actos, de ahí su gran aporte al cine como espectáculo al incorporar a la realización trucajes fotográficos que permitieron la evolución del cine en cuanto a los efectos visuales, también que se le atribuya el inicio del cine narrativo de ficción al incorporar elementos tales como vestuario, maquillaje y guión. Fue él quien salvó al cine de quedar sepultado con las demostraciones de las actualidades que pronto aburrieron al público parisino. Así el cine vio una nueva oportunidad (comercial) al brindar a su público historias y adaptaciones literarias, en vez de actualidades y cortometrajes cortos que dejaron de sorprender con su efecto ilusorio. El trabajo de Meliès fue copiado y mejorado a lo largo de los años tanto en Francia como en Estados Unidos y fue claramente el primer eslabón dentro de la historia del cine de ficción y la evolución del lenguaje cinematográfico.

Ese breve repaso de los primeros años del cine, nos permiten ilustrar el contexto de aquellos años y poner en duda la existencia de esa frontera que algunos han trazado desde la aparición del cinematógrafo entre las películas de los Lumière y de Meliès, al mostrar esas primeras películas como productos de una feria, independientemente si se basaban en imágenes tomadas de la realidad o dentro de un teatro, para el caso de Meliès. Para el teórico e historiador Tom Gunning esta primera etapa del cine se conoce como el “Cine de las Atracciones” que se extiende hasta el año 1906 y la cual comprende tanto las películas de teatro filmado de Meliès así como las actualidades logradas por los operadores del cinematógrafo de Lumière y por aquellos que adquirieron el invento. Dicha definición se basa en el hecho de que el incipiente arte cinematográfico nació como una atracción de feria en sí misma que se había sumado a demostraciones de otro tipo de artefactos –como lo fueron sus predecesores- y así, el cine de atracciones resultaba ser un cine que se basaba en su habilidad de mostrar algo[ii]. Adicionalmente para Gunning, la historia del cine que está escrita desde el punto de vista de la narrativa y de cómo los realizadores han colaborado con el desarrollo del lenguaje cinematográfico, ha distorsionado el trabajo y la filosofía de esos primeros realizadores hasta 1906, cosa que no está mal para el teórico norteamericano, sólo que ha sido una historia parcializada del cine.
Claramente como afirma Gunning, la historia del cine se ha escrito desde la óptica de la narrativa y en ese contexto el cine de ficción sí nace con Meliès dado su interés por el espectáculo y el establecimiento del estrecho lazo, que hasta nuestros días existe entre el cine y otras artes como la literatura y el teatro. Otra es la historia del cine documental ya que como tal no nació con las actualidades de los Lumière, más allá de que establecieran un archivo cinematográfico de eventos y lugares de todo el mundo. Tales conclusiones dejan cuestiones sobre el verdadero camino que ha debido recorrer el cine en su variante documental para convertirse en una práctica cinematográfica tan sólida como lo ha sido el cine de ficción desde los días de Meliès. ¿Qué es lo que hace que se llegue a cometer el error histórico de situar el nacimiento del documental con los Lumière? ¿Cómo definir entonces a un documental si no basta con que tenga imágenes extraídas de la realidad?
Para responder a dichos cuestionamientos, qué mejor teórico e historiador de cine documental si no es Bill Nichols, quien señala que las películas documentales  se convierten y consolidan como práctica cinematográfica entre las décadas de los años veinte y los treinta y que dicha aparición implicó cuatro elementos ya existentes para aquellos días: el realismo fotográfico, la estructura narrativa y las prácticas modernistas, a los cuales se les añadieron técnicas retóricas cuyo objetivo era persuadir socialmente al público[iii]. Es en esa definición donde se haya la respuesta para que se fijen erróneamente las películas de los Lumière como génesis del cine documental, ya que si se evalúan las películas de los inventores franceses según la definición de documental de Nichols, nos daremos cuenta que carecen de todos los elementos que implican la aparición del documental, a excepción de uno: el realismo fotográfico. La respuesta es más que obvia ya que el cine heredó el efecto autentificador del realismo fotográfico –que a su vez recibió la fotografía de la pintura como preocupación y prueba de la veracidad de los sujetos u objetos del mundo-, pero para Nichols aunque dichas imágenes pueden constituir “documentos” visuales vistos desde la óptica de la documentación científica, claramente están enmarcados dentro de la lógica del cine de atracciones descrito por Gunning, por lo que quedan al nivel de un mero espectáculo con un efecto comparable a las imágenes de los reality shows de hoy en día.[iv] Resumiendo en una frase la postura de Nichols: Hace falta algo superior a la capacidad de generar documentos visuales, aunque pueda resultar útil, para hacer un documental.[v]
Superado el interrogante sobre las películas de Lumière, y siguiendo los elementos que menciona Nichols y que implican la aparición del cine documental se puede llegar fácilmente a la conclusión para el caso de la estructura narrativa, que esta se construyó como una serie de convenciones y prácticas que casualmente iniciaron con Meliès, seguido por Zecca, y Porter y que vieron su punto culmen con El nacimiento de una nación (The birth of a Nation, 1915). Como señala Nichols pocos se atreverían a afirmar que el documental es el punto más alto en el desarrollo de la capacidad narrativa del cine,[vi] pero entonces es cuando hay que fijarse en aquél largometraje considerado como el primer documental de la historia, Nanuk el Esquimal (Nanook of the North, 1922) realizado por Robert Flaherty, en el cual hay una estructura narrativa clara, personajes delimitados, curvas dramáticas y hasta puestas en escena propias del cine de ficción. Un claro ejemplo de que aquella línea fronteriza que se ha querido dibujar entre el cine de ficción y el cine documental puede llegar a desdibujarse, revelando una doble naturaleza del cine desde sus inicios, tema que habrá de dejarse para una próxima discusión.
Continuando con la lógica de Nichols, habrá que analizarse de forma más detenida las técnicas modernistas y el papel que jugaron las vanguardias artísticas en el desarrollo y aparición del cine documental.

El papel de la vanguardia: Las técnicas modernistas
Gunning en su ensayo sobre el Cine de las atracciones, menciona el entusiasmo con el que el artista parisino Fernand Lèger, que tras haber asistido a la proyección de La Rueda (La Roue, 1922) de Abel Gance, alaba y trata de definir las posibilidades de ese nuevo arte conocido como Cine. Para ello cuenta que Lèger, enaltece al cine por su habilidad de hacer ver las imágenes, más allá de sus similitudes con el teatro al cual se refiere como la “ruta equivocada”[vii]. Así mismo Gunning resalta ese mismo entusiasmo en los manifiestos de las vanguardias artísticas del siglo XX: futuristas, dadaístas y surrealistas ven en ese nuevo medio grandes posibilidades artísticas pero se lamentan de que el cine haya seguido la ruta y se haya “esclavizado” bajos las formas artísticas ya conocidas del teatro y la literatura. Como tal es la primera vez que los artistas se fijan en el cine como un nuevo medio con muchas posibilidades, ya que hasta esos días el cine había sido una atracción de feria en la cual solo habían intervenido artesanos, ilusionistas, fotógrafos, decoradores y actores provenientes del teatro y del vodevil.
Es en esa cualidad exhibicionista vista como la relación establecida entre el cine y su espectador, donde las vanguardias depositan sus esperanzas, esa confrontación exhibicionista donde el personaje de la proyección observa hacia la propia cámara y no se sumerge en ese mundo diegético construido en la pantalla, como lo vino a hacer el cine narrativo después de 1906 y que culmina con Griffith. Para las vanguardias es la más clara oportunidad de experimentar con las sensaciones y así poder acceder a una estimulación directa de un público que no había adoptado las formas de arte tradicionales.
Claros ejemplos del papel desempeñado por la vanguardia dentro de la historia del cine documental son Dziga Vertov, Walther Ruttmann y Joris Ivens, quienes están inscritos dentro de movimientos de filiación abiertamente vanguardista pero son defendidos e incluidos en la historia del cine documental. Tales ejemplos son para dar luces sobre el asunto ya que no puede dejarse de lado el trabajo de realizadores como Hans Richter, Luis Buñuel, Jean Vigo, Alberto Cavalcanti o Man Ray, los cuales según Nichols, declaran la fuerte cercanía entre la exploración modernista y el quehacer documental, ya que fácilmente estos autores podían pasar de enfocarse en las formas y sus efectos, a enfatizar el impacto social, al seguir el impulso documental.[viii]

Dziga Vertov, cuyo verdadero nombre era Denis Kaufman, figura indiscutible dentro de la historia del documental, fue el mayor de tres hijos de un bibliotecario en Bialystok y debido a la primera guerra mudial se mudaron a San Petersburgo, donde él inició sus estudios en medicina y psicología. Fue allá mismo donde tuvo contacto con la poesía futurista rusa principalmente del poeta Maiakovski, vanguardia que a su vez estaba influenciada por el movimiento futurista de Italia, que enaltecían a la máquina y sus bondades tales como el movimiento y la velocidad. Así al poco tiempo Kaufman ya era un poeta futurista que realizaba experimentos en su “laboratorio de audio” y luego cambió su nombre al seudónimo de Dziga Vertov, que hace referencia de forma reiterativa al ejercicio de voltear y girar, lo que posteriormente será una constante en su vida artística.[ix]
Sus películas demuestran la directa influencia del futurismo dentro de su obra, siendo su trabajo más representativo El hombre de la Cámara, donde puso en práctica todas sus teorías acerca del cine y sobre su verdadero papel dentro de la sociedad a través de lo que denominó Cine-Ojo (Kinoki). Era la cámara un instrumento más perfecto que el ojo humano que permitía acceder a la percepción del mundo como jamás se había podido en la historia. El Cine-Ojo se desplazaba y trabajaba en tiempo y espacio, se podía ubicar donde el ojo humano no podría debido a las imposibilidades de su cuerpo, era una máquina de perfección que permitía construir al ser humano perfecto, ya que como decía podía conformarlo a través del montaje de las partes corporales de distintos sujetos. Para ello es necesario recalcar que Dziga Vertov se inició en el cine como montajista del Comité Fílmico de Moscú una vez estalló la revolución de Octubre en 1917, de ahí que haya depositado toda su fe en las bondades futuristas que sólo podía brindar la cámara y las posibilidades que el montaje daba a la construcción de la verdad en un discurso fílmico.

El alemán Walther Ruttmann, inicialmente un pintor interesado en la pintura abstracta de Viking Eggeling –quien también se inclinó hacia el cine junto con Hans Richter-, tuvo acceso en el alternativo círculo de cineclubes a los trabajos vanguardistas y experimentales de los creadores a lo largo de Europa e incluso de América, y allí pudo conocer el trabajo de Dziga Vertov, con el cual se identificó mucho y de allí su aporte al desarrollo y nacimiento del cine documental, como lo fue su filme Berlin: Sinfonía de una gran ciudad. El filme inició una ola denominada como Sinfonías de Ciudad que se repitió en varias capitales europeas y que constituye una mirada cronológica de un día en la vida moderna de Berlín, explorando varios aspectos del estilo de vida de aquél entonces y presentándolos en medio de un montaje de tramas y ritmos que claramente hacen referencia a las pinturas abstractas de Eggeling y a su filme Sinfonía Diagonal (Symphonie Diagonale, 1921). La filiación vanguardista de este filme y su realizador queda más que demostrada al influir en otros trabajos vanguardistas de la época como lo fue Solo las horas (Rien que les Heures, 1926) del brasileño Alberto Cavalcanti, quien en la década de los treinta se une al movimiento documental británico de John Grierson.

Por otro lado está el caso de Joris Ivens, quien administraba el negocio fotográfico familiar y que también a través de los cineclubes tuvo la posibilidad de visionar la diversidad de trabajos cinematográficos de los realizadores europeos así como también pudo acceder al constante diálogo y discusión que se generaba entre los artistas de la época, ya que no solamente a los cineclubes asistían cinematografistas sino que también iban músicos, pintores, arquitectos y fotógrafos. Y en medio de ese contexto, Ivens conoció el trabajo de contemporáneos suyos como lo fueron los rusos Vertov, Pudovkin y Eisenstein, pero también quedó maravillado con las Sinfonías de ciudad de Ruttmann –Berlin sólo fue la primera-, y de esa forma emprendió sin más su carrera como cinematografista. Su primer filme denominado El puente, que retrata algunas veces desde ángulos poco comunes, el funcionamiento de un puente levadizo en la ciudad de Rotterdam, hace evidente la influencia de las tramas y ritmos de Ruttman y Eggeling a través de la presentación de vigas, sombras, contrapesos y cables de acero, en el ejercicio de subir y bajar el puente para que desfilen ya sea por debajo de él barcos o por encima de él el tren. Ese trabajo del día a día yendo al puente a lograr nuevas imágenes para su filme, cultivó en Ivens la paciencia y mostró las recompensas  de la visión prolongada,[x] en este caso sobre la ciudad de Rotterdam. Tal aprendizaje le sirvió para poder llevar a cabo su siguiente película titulada Lluvia (Regen, 1929), la cual es considerada como uno de sus más bellos filmes al ser un retrato de la lluvia en la ciudad de Ámsterdam, en el cual establece una cronología desde el tiempo seco hasta el inicio de la lluvia con todo lo que ello implica en una población urbana como lo es una ciudad, como son paraguas, gente corriendo tratando de escapar de la lluvia, el transporte público, las bicicletas, las gotas de lluvia sobre el piso, sobre charcos y sobre el río Amstel, siendo ese uno de los aspectos más llamativos del filme, ya que no son los individuos de la ciudad los protagonistas sino lo son la ciudad misma bañada por la gotas de lluvia.
Podría relacionarse el trabajo de Ivens con la pintura impresionista, ya que en el fondo Regen captura la esencia de las dinámicas de la ciudad de Ámsterdam envuelta entre viento, agua y reflejos por doquier, sin necesidad muchas veces de detenerse a detallar la imagen que es presentada, pero si se le quiere filiar con una vanguardia artística sería innegable la influencia abstracta de Ruttmann y Eggeling en cuanto a sus patrones de líneas y formas.

Una vez extintas las vanguardias artísticas en la década de los treinta Ivens y Ruttmann, tendrán un papel importante en la realización documental, tanto así que Ivens se compromete ideológicamente con un tono marcadamente izquierdista después de realizar una gira por la Unión Soviética y que luego ratifica realizando un retrato de la guerra civil española con Tierra española (1937) en la que incluso llega arriesgar su vida junto con su operador de cámara Ferno con tal de documenta el frente de batalla. Su influencia llega incluso a Latinoamérica a Chile donde realiza el documental A Valparaíso (1963). Para el caso de Ruttmann, aunque siguió realizando otras sinfonías de ciudad, realizó una colaboración con Leni Riefenstahl en el documental de propaganda El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1935), siendo sugerencia suya la secuencia inicial de donde Hitler desciende de los cielos como un mesías que viene a rescatar al pueblo alemán. Durante la guerra realizó cortos documentales que mostraban los procesos industriales para la fabricación de armas y tanques. Otra fue la historia de Vertov quien debido al mayor control  en la producción cinematográfica de parte de la Unión Soviética con Stalin al poder, llegó a convertirse en una molestia para la autoridad firmando su testamento con Tres cantos a Lenin (Tri Pesni o Leninye, 1934) y retirándose a una sala de montaje donde continuó trabajando como montajista.
Las técnicas modernistas como legado de las vanguardias artísticas de la década de los veinte, a las cuales se refiere Nichols y que comprenden el extrañamiento de la imagen, la fragmentación, la abstracción, la relatividad, el antiliusionismo, revelan un claro rechazo a la naturalidad y coherencia de la representación realista en contraposición al camino que hasta ese momento había recorrido el cine. Fue allí con las vanguardias donde el cine nació como un arte, ya no sería más esa atracción de feria de sus primeros años.








[i] Barnow, Eric. Documentary. A history of the non-fiction film. Estados Unidos: Oxford University Press. Second revised edition. 1993. P. 7
[ii] Gunning, Tom. “The cinema of attraction: Early film, its spectator and the avant-garde”. Wide Angle, Vol. 8, No. 3 & 4 Fall, 1986.
[iii] Nichols, Bill. “Documentary film and the avant-garde”. Critical Inquiry, Vol. 27, No. 4 (Summer, 2001), pp. 580-610
[iv] Ibid.
[v] Ibid.
[vi] Ibid.
[vii] Gunning, Op cit.
[viii] Nichols, Op cit.  
[ix] Barnow, Op cit. P. 52
[x] Barno, Op cit. P. 78





BIBLIOGRAFÍA CITADA Y REFERENCIAS


Barnow, Eric. Documentary. A history of the non-fiction film. New York: Oxford University Press, 1993.
Barsam, Richard Meran. Nonfiction film A critical history. Primera edición. USA: Dutton, 1973.
Gubern, Roman. Historia del cine. Vol. Vol. I. Madrid: Editorial Baber S.A., 1969.
Gunning, Tom. «The Cinema of Attraction: Early film, it's spectator and the avant g.» Wide Angle (1986): Vol. 8 No. 3 & 4 Fall.
Nichols, Bill. «Documentary film and the avant-garde.» Critical Inquiry (2001): 580-610.
Sadoul, George. Historia del cine mundial desde los orígenes. Decimonovena edición. Mexico D.F.: Siglo XXi Editores, 2004.

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